Sinopsis
Las películas de Jacques Rivette están llenas de agujeros, como un cuento al que se le han arrancado algunas páginas o los fragmentos de otras películas que podemos ver por una mirilla. Cuando los personajes miran a cámara, parecen hacerlo a través de una cerradura por la que ven sus propias visiones, o un catalejo de papel cartón a través del cual ven las nuestras. Se trata de un gesto único, de cineasta, puesto que convierte esa visión en la propia del cine, siendo aquí, quizá por primera vez, doblemente diferida. ¿Y nosotros? A nosotros nos convierte en dobles espectadores espectrales. Si la casa encantada de Céline et Julie vont en bateau es la del cine, lo será porque la película nos mira a nosotros también. Cuando ellas abandonan sus butacas, dejando ese contraplano vacío, nosotros ocupamos su lugar, y ellas, entre guiños, miran nuestra infancia desde la pantalla. Así, a la vez que se convierten en fantasmas en los planos de la vida paralela, nosotros pasamos