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A medio camino entre la narración, la poesía y el ensayo, La danza de la muerte no pretende sino retomar esa idea de la «Danza macabra» para, desde ella, reflexionar acerca de esos modos y maneras de llevar a la escena el último baile. Miguel Ángel Ortiz Albero escribe cerca de una literatura mixta o mestiza, de una literatura en la que los límites se confunden y la realidad puede «bailar» en la frontera con lo ficticio. mbién numerosas manifestaciones artísticas y literarias contemporáneas, desde Baudelaire a Pina Bausch, desde Bertolt Brecht a Jan Fabre, o desde Thomas Mann a Tadeusz Kantor. Han sido, son y serán muchas y variadas las modernas formas de poner en escena la Muerte, de dejarse arrastrar de su mano, de bailar con ella para conjurarla o para celebrarla: bailar por no morir, danzar hasta la Muerte.
A medio camino entre la narración, la poesía y el ensayo, La danza de la muerte no pretende sino retomar esa idea de la «Danza macabra» para,