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Amelia Pérez de Villar nos ofrece en este ensayo biográfico una nueva visión más íntima y personal de Charles Dickens, a través de los aspectos más desconocidos de su vida, en dos episodios sentimentales: uno, cuando apenas era un muchacho aficionado al teatro; otro, tras haber alcanzado el éxito internacional, en los últimos años de su vida. Apenas mencionada brevemente en las biografías oficiales del escritor –de John Forster a Peter Ackroyd–, su relación juvenil con Maria Beadnell Winter tuvo una clara influencia –en opinión de muchos, incluido el propio Dickens– en su trayectoria literaria y en su obra, hasta el punto de suponer un acicate definitivo para que se lanzara a la conquista del mundo. Probablemente, de haberse casado con una de las hermanas Beadnell –como sus amigos Henry Kolle y David Lloyd–, su vida hubiera transcurrido por otros derroteros, que nunca hubieran proporcionado el material necesario para crear personajes y obras inmortales como Dora Spenlow o David Copperfield. Ya en el verano de 1857, el consagrado escritor, padre recto de diez hijos y esposo amantísimo, bon vivant y dandy en el vestir, conoció a la joven actriz Ellen Ternan, con quien convivió más de una década y cuya historia de amor –recuperada por Claire Tomalin en La mujer invisible y llevada al cine por Ralph Fiennes– estuvo condicionada y truncada por la férrea moral victoriana.