Sinopse
A principios de siglo XX España y Francia acordaron sus respectivas zonas de influencia en África occidental, correspondiendo a la primera un gran bocado del Sáhara en cuya península de Río de Oro se había establecido en 1884. Sin embargo, la penetración efectiva fue muy lenta por la tenaz oposición de la población local, de religión islámica, a aceptar la presencia de forasteros, especialmente si estos eran infieles. Con la dramática experiencia de las guerras coloniales todavía reciente, el gobierno de Madrid fue muy renuente a emprender nuevas conquistas y sólo aceptó extender su soberanía en la nueva colonia siempre que ello no comportara riesgos. En este objetivo fue clave la figura de Francisco Bens Argandoña, un militar cubano español que fue enviado al Sáhara occidental como gobernador en 1904 y permaneció allí 22 años, logrando con habilidad suprema, y sin medios económicos ni militares, moverse con soltura por el interior del desierto y ocupar sin derra