Sinopse
La historia de la literatura ha consolidado la breve relación que mantuvo Eloísa con Pedro Abelardo como un punto fundamental en el nacimiento del amor moderno. La tradición ha transmitido la correspondencia atribuida a los amantes como ejemplo de pasión y entrega incondicionales. Si así fue entonces, la incondicionalidad es hoy una primera señal de alerta para quien quiera ver esa relación no como un modelo a imitar, sino como una forma de sumisión femenina a evitar. Mal puede entenderse hoy el amor cuando es expresión continua de sumisión. Dicho de otra manera: las cartas, la tradición amorosa y religiosa que dejaron por escrito, todo lo que envuelve el episodio, si lo tomamos como punto naciente del amor moderno, puede ser considerado un punto de partida tóxico.
Cuando, en el pasado siglo, los estudios modernos renovaron el interés por la historia de los «amantes desafortunados», se acuñó una expresión: «Es una historia de amor demasiado hermosa para no ser cierta». Dejada aparte la evidente paradoja que podrá inventar una mujer que no se creyese la tradición («es una historia de amor demasiado hermosa para ser cierta»), la cuestión se podría sintetizar así: ¿estamos seguros de que es una «historia hermosa»? Si se le atribuyen a Eloísa las tres cartas dirigidas a Pedro, hoy se podría polemizar con otra sentencia: «Es una historia de amor tan llena de sumisión, renuncia, tergiversación, machismo y abuso de autoridad patriarcal que es por fuerza cierta, más aún en el siglo XII».